El 10 de noviembre se sumaron a la huelga los
trabajadores de las fábricas de Guayaquil; el 11, artesanos y constructores; el
13, los voceadores y nuevas fábricas. La FTRE declaró el paro general. El 14
Guayaquil era una ciudad paralizada y sin luz. El día 15 de noviembre, la
gigantesca manifestación de trabajadores por las calles de Guayaquil fue
reprimida por cruento fuego del enemigo de la clase y delo pueblo. Cientos de
manifestantes entregaron sus valiosas vidas a la causa del proletariado y
pueblo del Ecuador.
La masacre del 15 de noviembre de 1922 expresó el despertar
de las reivindicaciones de la clase trabajadora del Ecuador, sin embargo, las
justas demandas obreras fueron inmediatamente atacadas por la reacción
definiéndolas como acciones del “comunismo internacional” y “excesivas”. La
matanza, de la que fuera responsable el gobierno de José Luis Tamayo
(1920-1924) y los representantes de la burguesía compradora de Guayaquil se
justificó argumentando de que se había disparado contra “saqueadores” y
“delincuentes”.
El 15 de
noviembre de 1922 es reconocido como el bautizo de fuego de la clase obrera en
el Ecuador, que a pesar de no contar para entonces dirección política e
ideológica correcta, que ayude a organizar y dirigirlo en sus propósitos, se
lanzó a las calles a combatir de manera decidida al estado burgués-terrateniente.
Este elemento es fundamental resaltar, porque ya en esos años los trabajadores
explotados del país tenían la certeza de que el uso de la violencia revolucionaria
debía ser la principal forma de lucha, aspecto que hoy en día ha sido sesgado
totalmente por al revisionismo y oportunismo de la izquierda electorera del
país cuyos objetivos y métodos no coinciden con los mártires de 1922 y mucho
menos con los propósitos de los trabajadores explotados en el presente, por el
contrario, se ahogan en el electoralismo, la reforma constitucional y estatal
dejando de lado las históricas reivindicaciones de los obreros y sobre todo la
necesidad de bregar por el Poder para el proletariado y sus aliados no antes
destruir total y absolutamente el viejo Poder de las clases dominantes y del
imperialismo..
La
memoria de los obreros del 15 de noviembre de 1922 debe fortalecer la decisión de la clase obrera
de bregar incansablemente por la construcción concéntrica y simultánea de los
instrumentos para la revolución democrática de nuevo tipo: PARTIDO, FRENTE Y
EJERCITO POPULAR.
Pero hay
otro aspecto importante a considerar, es la necesidad de que el proletariado,
ajustado a la caracterización del país que determina su carácter semi feudal y
semi colonial, consolidar la necesaria alianza con el campesinado pobre
considerando ser éste la fuerza principal de la revolución de nuevo tipo y los
sectores de la pequeña burguesía y burguesía nacional comprometidos con la
lucha antiimperialista.
Esta
alianza dotará del componente de clases oportuno que materialice el cometido
inmediato del proletariado en esta etapa, la NUEVA DEMOCRACIA.
Nueva
Democracia que emergerá sólo y únicamente de una interacción dialéctica de
lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre
la construcción y la destrucción, pues es claro que si no se destruye el viejo
Estado no podremos construir lo nuevo, el Nuevo Poder.
Conmemoremos
el 15 de noviembre de 1922 reafirmando nuestro compromiso de clase de
fortalecer las tareas pendientes por aproximar el inicio de la Guerra Popular,
ceñidos íntimamente a las reivindicaciones estratégicas del proletariado y las
luchas del campesinado pobre y la burguesía nacional.
Proletariado
y pueblo del Ecuador, urge bregar incansablemente por dinamitar y enterrar la
pretensión del imperialismo, gran burguesía y grandes terratenientes por
perpetuarse en el Poder. Ahogar en su sangre y en la del revisionismo, la ilusa
idea de éstos por pretender conjurar programa fundamental del proletariado que
de la Nueva Democracia se dé paso al Socialismo y de éste, al COMUNISMO.
¡VIVA LA CLASE OBRERA DEL ECUADOR!
HONOR Y
GLORIA A LOS MARTIRES DEL 15 DE NOVIEMBRE
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